jueves, 24 de marzo de 2011

DESCIFRANDO LA PERSONALIDAD DEL DELINCUENTE

Autor : Wael Hikal.

Presidente Sociedad Mexicana de Criminología Capítulo Nuevo León, A.C.

La característica esencial del trastorno antisocial de la personalidad es un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás, que comienza en la infancia o el principio de la adolescencia y continúa en la edad adulta. Junto con estas características le acompañan una serie de componentes que lo hacen frío y extremo en los delitos o conductas antisociales que comete, como lo son el egocentrismo, la labilidad, agresividad e indiferencia afectiva. El es egocentrismo es el sobrevalor exagerado de la propia personalidad, considerada como el centro de atención de todo momento y situación, lábil es aquello que se resbala o se escurre con facilidad, la agresión constituye una fuerza básica inherente al hombre, es una característica normal del hombre con valores positivos y negativos, y la indiferencia afectiva es la ausencia de sentimiento, consiste en la distorsión de expresión de las emociones.


1. Introducción

El presente expone claramente la descripción del trastorno antisocial de la personalidad, presente en la mayoría de los delincuentes con una vida delictual continua, por parte de los menores de edad, no se aborda el tema por su extensión, pero a grandes rasgos, viene a representar lo mismo, es un delincuente en formación que si no se controla a tiempo, su carácter se desbordará. Los sujetos con un trastorno antisocial de la personalidad no logran adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, desprecian los deseos, derechos o sentimientos de los demás, frecuentemente, engañan y manipulan con tal de conseguir provecho o placer personales.

2. Definiendo el campo de estudio

Se tiene claro que corresponde a la Psicología y la Psiquiatría el estudio y diagnóstico del trastorno de la personalidad antisocial presente en la mayoría de los delincuentes mayores de edad, en el caso de los menores se le llama trastorno disocial, al no tener una personalidad definida aun. Por años ambas disciplinas se han ocupado de atender este problema, pero ahora, donde los crímenes requieren mayor explicación, hay que integrar además las aportaciones que pueda llegar a dar otras áreas como la Criminología, Sociología, Biología, entre otras.

Para profundizar un poco en ese campo es necesario conocer lo siguiente: la personalidad antisocial también ha sido denominada: "psicopatía, sociopatía o trastorno antisocial de la personalidad"; en general, es todo comportamiento que va contra el orden social, destruye, como lo señalaba Garófalo (2005), se muestra indiferencia y falta de remordimientos al causar un daño, o no se da alguna explicación ni enmiendan a nadie por su comportamiento, no hay sentimientos de empatía ni de respeto o como él los llamaba: sentimientos de probidad y de piedad.

Importante conocer la descripción de este trastorno, así la Asociación Americana de Psiquiatría, explica lo siguiente:

La característica esencial del trastorno antisocial de la personalidad es un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás, que comienza en la infancia o el principio de la adolescencia y continúa en la edad adulta.

Este patrón también ha sido denominado psicopatía, sociopatía o trastorno disocial de la personalidad (…). Para que se pueda establecer este diagnóstico el sujeto debe tener al menos 18 años y tener historia de algunos síntomas de un trastorno disocial antes de los 15 años (…). Los sujetos con un trastorno antisocial de la personalidad no logran adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal. Pueden perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención (que puede o no producirse) como la destrucción de una propiedad, hostigar o robar a otros, o dedicarse a actividades ilegales. Las personas con este trastorno desprecian los deseos, derechos o sentimientos de los demás. Frecuentemente, engañan y manipulan con tal de conseguir provecho o placer personales (p. ej., para obtener dinero, sexo o poder). Pueden mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros o simular una enfermedad. Se puede poner de manifiesto un patrón de impulsividad mediante la incapacidad para planificar el futuro.

Las decisiones se toman sin pensar, sin prevenir nada y sin tener en cuenta las consecuencias para uno mismo o para los demás, lo que puede ocasionar cambios repentinos de trabajo, de lugar de residencia o de amistades. Los sujetos con un trastorno antisocial de la personalidad tienden a ser irritables y agresivos y pueden tener peleas físicas repetidas o cometer actos de agresión (incluidos los malos tratos al cónyuge o a los niños) (…). Estos individuos también muestran una despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás. Esto puede demostrarse en su forma de conducir (repetidos excesos de velocidad, conducir estando intoxicado, accidentes múltiples). Pueden involucrarse en comportamientos sexuales o consumo de sustancias que tengan un alto riesgo de producir consecuencias perjudiciales. Pueden descuidar o abandonar el cuidado de un niño de forma que puede poner a ese niño en peligro.

Los sujetos con trastorno antisocial de la personalidad también tienden a ser continua y extremadamente irresponsables. El comportamiento irresponsable en el trabajo puede indicarse por períodos significativos de desempleo aun teniendo oportunidades de trabajar, o por el abandono de varios trabajos sin tener planes realistas para conseguir otro trabajo. También puede haber un patrón de absentismo no explicado por enfermedad del individuo o de un familiar. La irresponsabilidad económica viene indicada por actos como morosidad en las deudas y la falta de mantenimiento de los hijos o de otras personas que dependen de ellos de forma habitual. Los individuos con trastorno antisocial de la personalidad tienen pocos remordimientos por las consecuencias de sus actos. Pueden ser indiferentes o dar justificaciones superficiales por haber ofendido, maltratado o robado a alguien (...). Estas personas pueden culpar a las víctimas por ser tontos, débiles o por merecer su mala suerte, pueden minimizar las consecuencias desagradables de sus actos o, simplemente, mostrar una completa indiferencia. En general, no dan ninguna compensación ni resarcen a nadie por si comportamiento. Pueden pensar que todo el mundo se esfuerza por "servir al número uno" y que uno no debe detenerse ante nada para evitar que le intimiden.

3. Factores que forma la personalidad antisocial

El estudio de los factores causales de la criminalidad surge como medida para poder establecer adecuadamente la prevención, que se llevará a cabo conociendo las causas de origen personal y las causas de origen social. Reynoso Davila (2004, p. 6) señala:

Más que proyectar el aniquilamiento del hombre delincuente, más que agudizar las medidas de prevención para mutilarlo, los estudios criminológicos tienden a penetrar en la personalidad criminal para detectar las causas de la delincuencia y poder programar, al través de la Política Criminal. Medios adecuados y eficientes para la prevención y evitación de la delincuencia, aunque no se logre en absoluto por lo menos reducirla al máximo posible.

En Medicina y Psicología Patológica el objetivo es encontrar las causas de las enfermedades y/o trastornos, en el caso de la psicopatología, estudia: las conductas desadaptadas, antisociales y delictuosas en sus causas, consiste en proporcionar una descripción ordenada de todas las irregularidades de la conducta, cualquiera que pueda ser su grado de severidad, clasificándolas y tratando explicar cómo aparecieron. También se le podrá encontrar con el nombre de Criminología Etiológica-Multifacorial.

Zaffaroni (Aniyar De Castro, 1999, pp. 185 y 186) apunta que: "a Newton no se le ocurría demostrar que las manzanas caen hacía abajo, porque era obvio. Tenía que descubrir, más bien, cuál era la ley que explicaba por qué caen".

Interesante es también analizar el proceso del camino al crimen; es decir, si se contempla que la sociedad es la que orienta la vida de las personas, hay que estudiar los elementos que se encuentran en ésta y que conducen a los individuos al crimen; por ejemplo, una persona nace en un ambiente pobre, donde difícilmente podrá estudiar una profesión, que sus condiciones de vida son en un espacio reducido, con mucha familia, un barrio peligroso, ¿qué futuro se le puede pronosticar a esa persona?, por otro lado, una persona se desarrolla en un ambiente donde hay pandillerismo, drogadicción, promiscuidad. Otro caso es, un niño cuyo padre no tiene educación, es grosero, agresivo en su comportamiento diario, alcohólico, ¿qué condiciones de vida le puede dar a sus hijos o hijas? Entre muchos otros más, lo esencial será ver ese proceso en el que el individuo delincuente fue víctima de las condiciones sociales, familiares, entre otras, sí un hijo varón fue violado o muy maltratado de niño y en su adolescencia y/o adultez se convierte en machista, maltratando mujeres, golpeándolas, o por otro lado, homosexual, prostituto, robador con sus clientes…

Al respecto, Barraza Pérez (2008, p. 5) señala:

Es necesario abordar este tema toda vez que en la mayoría de los casos, el victimario ha sido con anterioridad víctima, entonces las personas pueden ser víctimas por razones de edad, sexo, espíritu y por deficiencias psíquicas principalmente, dado qe estos caracteres contribuyen en la comisión del delito, sin ser los únicos ya que también encontramos entre otros el ambiente natural o técnico.

El estudio de los factores que influyen en la antisocialidad surge por la necesidad de conocer qué influencias determinan un estado criminógeno. Así se han encontrado que la gran cantidad de circunstancias que envuelven a las personas en un determinado momento, pueden influir como desarrolladores de la antisocialidad, esto se ha estudiado por medio de observaciones y experimentaciones, y comprobados por estudios estadísticos, dando como resultado que las conductas antisociales varían en proporción a las circunstancias que en forma ambiental rodean a los sujetos.

Durante la investigación clínica criminológica de la personalidad antisocial deben acercarse elementos relacionados con la conducta del sujeto que nos orienten en el concepto del saber, los motivos que producen su conducta, y así lograr un conocimiento integral.

La personalidad del individuo se desarrolla a través de este continuo proceso de integración al que pertenece el de selección; es decir, la aceptación de unos elementos y el rechazo de otros. Este proceso conduce necesariamente al desarrollo de conflictos, pues el individuo trata de adquirir ciertos materiales que el ambiente se niega a proporcionarle y de rechazar otros que el medio le obliga a admitir. Si el organismo es incapaz de hacer frente a estos conflictos, el sujeto se retrae, desarrolla violencia o utiliza compensaciones sustitutivas que, si no se integran en la personalidad total, aparecen en forma de síntomas de insatisfacción, frustración y en otros casos antisociales.


De lo anterior se deduce que el elemento individual debe ser motivado por el elemento social, así la suma de estos dos elementos resulta la conducta antisocial. Cuando el sujeto posee uno o varios factores internos y éstos se relacionan con uno o varios factores sociales, se produce la interacción y es así como comienza la antisocialidad. Un elemento social influye psicológicamente en el sujeto para llevarlo hacia la actividad antisocial. Sería muy raro el caso en el que una persona no tenga contacto con la sociedad, y si así fuera, esta persona sería agresiva, rechazando la influencia de la sociedad debido a que se mantuvo aislado.

4. Los componentes de la personalidad antisocial

Estos componentes son (Landecho, s.f.): el egocentrismo, la agresividad, la labilidad y la indiferencia afectiva.

Egocentrismo es el sobrevalor exagerado de la propia personalidad, considerada como el centro de atención de todo momento y situación. El sujeto está preocupado por él y comúnmente indiferente hacia los demás.

Los sujetos antisociales frecuentemente carecen de empatía y tienden a ser insensibles, desvergonzados y a menospreciar los sentimientos, derechos y penas de los demás. Pueden tener un concepto de sí mismos vanidoso y orgulloso (pensar que ciertas cosas no están a su altura) y pueden ser excesivamente tercos e independientes.

Respecto la agresión, Roberto Tocaven (1991, p. 62) proporciona información sobre el tema y apunta que: "la agresión constituye una fuerza básica inherente al hombre y necesaria para su supervivencia, es una característica normal del hombre con valores positivos y negativos". Los sujetos antisociales tienden a ser irritables y agresivos, y pueden tener peleas físicas repetidas o cometer actos de agresión a cualquier persona.

Lábil es aquello que se resbala o se escurre con facilidad. Una persona lábil es poco estable, poco firme en su carácter. Indica su modo que consiste en ser inestable respecto a las emociones y a su cambio de pareja, de trabajo, de lugar, etc.

En el sujeto antisocial, la falta de temor a la pena se debe a no visualizar el futuro con claridad, ven el castigo como lejano, se les resbala. Los sujetos antisociales no logran adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, se les resbalan las normas. Se puede poner de manifiesto un patrón de impulsividad mediante la incapacidad para planificar el futuro. Las decisiones se toman sin pensar, sin prevenir nada y sin tener en cuenta las consecuencias para uno mismo o para los demás, lo que puede ocasionar cambios repentinos de trabajo, de lugar de residencia o de amistades.

La indiferencia afectiva es la ausencia de sentimiento, consiste en la distorsión de expresión de las emociones. También es llamada como aplanamiento afectivo, falta de emotividad o inhibición de los afectos.

Las características presentadas anteriormente suelen juntarse o traslaparse, frecuentemente una da como consecuencia otra; por lo tanto, el estudiante no debe confundirse y darse cuenta que ese egocentrismo lo hace incapaz de sentir por los demás y esa labilidad provoca indiferencia hacia determinadas cosas. La mayoría de los trastornos afectan en las mismas esferas de actividades o sentimientos del individuo, no hay que apegarse a un patrón fijo, porque la Criminología no es exacta al igual que no lo es la Psicología ni la Psiquiatría.

Conclusiones

En general, los trastornos de la personalidad afectan la cognición (formas de percibir e interpretarse a uno mismo, a los demás y a los acontecimientos), la afectividad (la intensidad, labilidad y adecuación de la respuesta emocional), la actividad interpersonal y control de los impulsos. Siendo el patrón de comportamiento antisocial uno de los más problemáticos de todos (dentro de los trastornos de la personalidad), podrá tener características de otros trastornos; por ejemplo, la desconfianza y suspicacia del paranoide; el aislamiento e indiferencia del esquizoide; el cambio de parejas frecuentemente así como el dependiente o el límite, el egocentrismo y la falta de empatía del narcisista o del histriónico, entre otros. Para entender y tratar este problema y lograr prevenir el delito hay que actuar sobre la personalidad.


Referencias bibliográficas

Barraza Pérez, R. (2008). Delincuencia juvenil y pandillerismo. México: Porrúa.

Elbert, C.A. (coord.). (1999). La Criminología del siglo XXI en América Latina, Argentina: Rubinzal-Culzoni.

Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (2004). Madrid: Elsevier Masson.

Landecho Velasco, C.M. (s.f.). Apuntes de Clínica Criminológica. s.e. Madrid: Instituto de Criminología, Universidad de Madrid.

Reynoso Davila, R. (2004). Nociones de Criminología e Historia del Derecho Penal. México: Cárdenas Editor y Distribuidor.

Tocaven García, R. (1991). Elementos de Criminología Infanto-Juvenil. México: Porrúa.


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