miércoles, 22 de febrero de 2012

Revisión sobre el comportamiento de ocultación del cádaver desde un análisis psico-geográfico.


"Ocultar la verdad es la forma más sutil de mentir "



En este trabajo vamos a revisar la literatura científica que ha tratado algún aspecto relacionado con el análisis geográfico y criminológico del abandono del cadáver en una situación de homicidio o asesinato. Aunque la literatura es escasa en cantidad, sí presenta cierta coherencia y consistencia en sus resultados y ofrece algunos datos que pueden resultar de interés en la investigación policial y en la realización del perfil criminológico y geográfico.

Respecto a la manipulación realizada sobre un cadáver podemos distinguir dos tipos de acciones. Por un lado estaría el intento de hacer desaparecer el cadáver, que puede ser definido por la intencionalidad de destruir físicamente el cuerpo de la víctima mediante el fuego o determinados productos químicos. Por otro lado estaría la ocultación, en el que el criminal no destruye el cuerpo, solo lo oculta en un lugar donde nadie lo pueda encontrar. En este trabajo vamos a centrarnos básicamente en esta última acción, aunque mucho de lo dicho sirve para ambas opciones.

En primer lugar deberíamos operativizar el hecho de la ocultación intencionada del cadáver por parte del criminal con dos elementos de análisis, por una parte es una acción, generalmente relacionada con el modus operandi del criminal, pues tiene como objetivo primordial obstaculizar la investigación policial (Jiménez, 2011). Otro elemento importante es que esa acción se lleva a cabo en un lugar geográfico, es la que se suele llamar “escena de abandono” (disposal body site o dump body site en inglés). Si bien la acción de abandonar el cuerpo debe ser un comportamiento analizado para la elaboración del perfil criminológico del criminal, lo cual va a reflejar ciertas características del sujeto que pueden ayudar a su captura, también resulta interesante esa escena desde el punto de vista geográfico, pues puede ser utilizada para la elaboración de un perfil geográfico (Rossmo, 2000)(1).

Aunque todas las escenas de un crimen deben ser tenidas en cuenta, la escena de abandono (EA) es de especial significación puesto que es el lugar donde se encuentra la víctima y una cantidad importante de información para analizar. Por una parte, encontrar a la víctima clarifica la situación policial y jurídica del caso investigado (podemos pasar de una desaparición a un homicidio), por otra, la familia puede reencontrarse con el cuerpo de su familiar, lo cual, aunque supone una pérdida de esperanza respecto a un final feliz, supone también un alivio y tranquilidad emocional para los familiares si lo comparamos con el hecho de no encontrar nunca el cuerpo de familiar e iniciar la fase de duelo. En esta situación siempre queda la herida abierta y un sufrimiento sin posibilidad de llegar a un punto final. A nivel policial, la EA es el lugar donde pueden encontrarse una gran cantidad de indicios para esclarecer el caso, por lo tanto resulta de vital importancia conseguir conocer ésta escena.

La ocultación de un cadáver generalmente implica manipulación del mismo, transporte, esfuerzo y tiempo, lo que aumentan la posibilidad de que existan numerosas transferencias entre la víctima y el criminal (siguiendo la ley de transferencia de Locard). Esta acción supone un coste para el criminal, el cual se pone en riesgo durante todo este comportamiento ya que prolonga el tiempo de interacción con la víctima. Desde el punto de vista del perfil criminológico, los elementos que podemos analizar del comportamiento de abandono nos pueden facilitar información sobre el criminal: conocimiento del lugar, habilidades, inteligencia, tiempo disponible, capacidad de transporte, conciencia forense…). En el caso de crímenes donde el autor teatraliza la escena o muestra un crimen ritualizado, será en esta escena donde lleve a cabo estas conductas de la firma o sello personal, con lo cual podremos analizar también cuestiones relacionadas con su motivación y necesidades psicológicas.

La ocultación del cadáver por parte del criminal obedece principalmente al objetivo de esconder el objeto del crimen (la víctima) al resto de personas, con lo que ello supone:

• Obstaculizar la investigación policial y las posibles consecuencias legales relacionadas con el crimen. Es conocida la frase “sin cadáver no hay crimen”, en relación con esto, muchos asesinatos se quedan solo en desapariciones.

• Eliminar la posibilidad de establecer relación criminal-víctima, ya sea por medio de evidencias forenses o de cualquier otra evidencia que, mediante el descubrimiento de la víctima, puedan unir a ésta con su victimario.

La ocultación del cadáver supone generalmente transporte desde la escena donde se ha cometido el asesinato hasta la EA. En mucho crímenes el autor suele abandonar a la víctima en el mismo lugar donde se ha cometido este crimen, bien porque el hecho de ocultarlo no es posible, bien porque no supone ninguna ventaja o bien porque el criminal no tiene capacidad para hacerlo.

En otros crímenes sí ocurre esto, es decir, el criminal se lleva a la víctima (generalmente ya cadáver) del lugar donde ha cometido el crimen a otra localización donde sea difícil encontrarlo por otras personas (policías o no) o donde el tiempo necesario para encontrarlo suponga una ventaja para huir o desvincularlo del crimen.

El transporte del cadáver está sujeto a varias condiciones:

• Tiempo disponible por el criminal.
• Distancia de desplazamiento posible por el criminal.
• Obstáculos geográficos o personales para el criminal.
• Capacidad de transporte del criminal.
• Lugar escogido para ocultar el cuerpo.

En este trabajo vamos a recopilar principalmente los estudios que han abordado la vertiente geográfica y de desplazamiento del criminal, aunque trataremos de mostrar algunas características del criminal que suelen relacionarse con el comportamiento de la ocultación.

En primer lugar podemos recurrir a la criminología ambiental y nombrar la ley de las actividades rutinarias de Cohen y Felson (1979) que nos dice que los agresores se comportan geográficamente igual que el resto de personas, se mueven por los lugares donde realizan sus actividades diarias, rutas conocidas por ellos para viajar de casa al trabajo, a su lugar de ocio... manteniendo cierta estabilidad geográfica en sus vidas. Por tanto, su actividad criminal también se verá relacionada con esas rutas de desplazamiento, eligiendo para delinquir aquellas zonas que conoce y en las que suele desarrollar el resto de su vida.

Esta consistencia espacial que se refleja en la corta distancia viajada por los criminales para cometer sus delitos ha sido avalada por los estudios de distintos autores como Baldwin, Capone, Nichols, LeBeau, Davies y Dale o Rodhes y Conly entre otros. En el tema que nos ocupa, esta relación entre zona de actividad rutinaria y zona de actuación criminal también debería implicar la zona que el criminal escoge para abandonar el cadáver. En este caso la extensión de esta teoría nos diría que la EA estará relacionada con las rutas de desplazamientos que el criminal recorre en el desarrollo de su vida rutinaria.

En relación con esto se encontraría el concepto de mapa mental, que Bell, Fisher, Baum y Green (1996) definen como una representación muy personal del entorno familiar que nosotros experimentamos, es decir, una representación de nuestra personal forma de comprender el entorno, un esquema cognitivo que nos permite adquirir, codificar, almacenar, recordar y manipular información sobre nuestro entorno y que nos posibilita generar decisiones acerca de acciones de desplazamiento por nuestro entorno, contribuyendo además a generar una sensación de seguridad emocional. Este mapa mental es por tanto un esquema a modo de mapa o plano que el sujeto ha ido desarrollando en la experiencia con su entorno y que le permite desenvolverse y desplazarse por su territorio. Todos poseemos un mapa mental de la zona en la que residimos, de la ciudad y en general de todo el territorio por el cual nos desplazamos a lo largo de nuestra vida. Por tanto, cuando el criminal selecciona un lugar para abandonar el cadáver, éste deberá echar mano, entre otras cosas, de su mapa mental para identificar un lugar que cumpla con los intereses y expectativas de su abandono. Conociendo y sabiendo interpretar el mapa mental que el criminal posee en su cabeza tendremos posibilidades de conocer cómo y dónde realiza sus desplazamientos en sus actividades criminales.

DISTANCIA DE DESPLAZAMIENTOS.

Llevada estas reflexiones al tema de la EA, estudios como los de Nethery (2004) nos indican cómo, en la mitad de los casos que estudió, los criminales vivían cerca de los lugares donde abandonaban el cuerpo de sus víctimas. Es decir, aunque los criminales realizan grandes esfuerzos a la hora de hacer desaparecer el cuerpo de sus víctimas, no recorren grandes distancias ni se desplazan a áreas remotas. Burton (1998) encuentra que el 88% de las víctimas se encontraban a tan solo 43 metros de la carretera utilizada por el criminal para deshacerse del cadáver. De hecho, cuando se usa un vehículo para el transporte del cuerpo, especialmente cuando es adulto, éste no se transporta más allá de 45 metros desde el lugar donde se aparca el vehículo. Si el cuerpo se halla en una zona boscosa, generalmente no se encuentra más allá de 15 metros de algún camino o sendero (Keppel y Birnes, 1995).

Snook (2005) muestra en su estudio como la mediana de la distancia recorrida por asesinos en serie de Alemania entre su residencia y el lugar donde se abandonó a las víctimas fue de 15 Km. Este hallazgo concuerda con el estudio de Lundrigan y Canter (2001) encontrando los mismos resultados.

EDAD DE LA VICTIMA.

Los autores de la teoría de las actividades rutinarias (Cohen y Felson, 1979) mencionada anteriormente nos hablan también que algunas víctimas son más fáciles de transportar que otras, debido principalmente a sus características físicas como peso y talla. En este sentido, algunos estudios han mostrado como los cadáveres de victimas de mayor edad son más proclives a ser abandonados en la misma escena del crimen en comparación con víctimas más jóvenes, especialmente niños y adolescentes (Beauregard et al. 2008).

Algunos estudios como los de Hamfland, Keppel y Weis (1997) o el mismo de Nethery (2004) mencionado anteriormente, nos indican que, cuando la víctima es joven, la menor distancia se relaciona con su propia residencia, mientras que si ésta es adulta, la menor distancia se relaciona con la residencia del criminal.

HISTORIA CRIMINAL.

La experiencia criminal también suele influir en los desplazamientos, de tal forma que los criminales que tienen un historial delictivo suelen alejarse más de su residencia a la hora de abandonar el cuerpo de la víctima en comparación con criminales noveles.

ELECCIÓN DE ZONA.

Nethery (2004) y Rossmo (2000) muestran en sus estudios como la mayoría de los criminales suelen abandonar más frecuentemente los cuerpos de sus víctimas en zonas forestales y boscosas, seguidos de zonas acuáticas y en menor medida en la calle o lugares públicos. Estos dos últimos lugares, como puede suponerse, suelen ser las escenas típicas de asesinatos en los que los
criminales dejan al cadáver en el mismo lugar donde se comete el crimen. Generalmente el criminal selecciona lugares terrestres, siendo solo en torno a un 2º el porcentaje en los que los cuerpos son abandonados en un medio acuático (James, 1991; Burton 1998). Evidentemente, la elección de un medio acuático como un río, lago o mar está condicionada por la existencia de éste en las proximidades al lugar donde se comete el crimen ya que, como hemos visto, el criminal no se desplaza muy lejos para ocultar el cadáver. No obstante, la elección de un medio así puede considerarse ventajoso desde el punto de vista del criminal por varias razones:

• El agua va a potenciar la descomposición de cadáver y va a participar en la desaparición o intoxicación de determinadas evidencias forenses (huellas dactilares, fibras…).

• Una zona subacuática es prácticamente intransitable, por el fondo de un río o un lago no suele pasar nadie, con lo cual las posibilidades de descubrir el cuerpo disminuyen si lo comparamos con una zona terrestre.

• Determinados medios acuáticos, especialmente los ríos, provocan un desplazamiento del cadáver y en su caso alejamiento de la zona del crimen y del criminal debido al arrastre del cuerpo fruto de la corriente del agua.

CARACTERÍSTICAS DEL CRIMINAL.

Hay muy pocos estudios que relacionen directamente el comportamiento de ocultación del cadáver con características psicológicas del criminal, generalmente se establecen relaciones más globales entre las conductas del modus operandi del criminal (entre ellas, la ocultación del cadáver) con características psicológicas que lo describen. La tipología criminal de asesinos en serie más usada en el ámbito del profiling (2), la de organizado/desorganizado del F.B.I presenta a la categoría de organizado como la que describe un asesino que muestra cierta lógica en lo que hace, son metódicos, planifican sus crímenes, son inteligentes y competentes socialmente, relacionándose psicopatológicamente con la psicopatía (Douglas et al., 1992). Dentro de las características que muestran los organizados en su modus operandi se encuentra la trasladar y ocultar el cuerpo de su víctima en un intento por destruir pruebas, comportamiento no desarrollado por los desorganizado, los cuales suelen dejar el cadáver en la misma escena en la que se produce el asesinato.

Beauregard y Field (2008) realizan un estudio de 85 asesinos sexuales que avala esta hipótesis, encontrando que aquellos que muestran características de asesino organizado y que tienen una relación en el momento del crimen tienden con una mayor probabilidad a trasladar y ocultar el cadáver de su víctima. Snook et al. (2005) muestran en un estudio de asesinos en serie alemanes que los que obtienen un mayor cociente intelectual tienden a viajar más lejos para ocultar el cadáver. La edad del criminal también muestra una relación significativa, viajando más lejos desde su residencia los asesinos de entre 20 y 35 años. Salfati (2000), en un estudio de 247 homicidios resueltos en Inglaterra muestra que los asesinos que transportan el cuerpo de su víctima desde la escena del crimen y lo ocultan, suelen mostrar crímenes más expresivos (3), con un gran nivel de impulsividad y agresividad.

Como indicábamos al principio, este tipo de comportamiento criminal ha recibido poca atención científica, englobándose y analizándose la mayoría de las veces junto con otras acciones del modus operandi. Como hemos visto, encaja muy bien con los conocimientos aportados por el análisis del comportamiento geográfico criminal y de las teorías de base de la criminología ambiental, la cuales ofrecen cierta consistencia en sus resultados, aunque sean escasos, aportando datos que pueden ser útiles en la investigación policial siempre y cuando se contextualicen y se valoren de forma global con el análisis del resto de datos de la investigación.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Beauregard, E.; Stone, M.R.; Proulx, J.; Michaud, P. Sexual murderers of children: Developmental, precrime, crime, and postcrime factors. International Journal of Offender Therapy and Comparative Criminology 2008; 52:253–269.

Burton, C. The CATHEM Database: Child murder in the United Kingdom. Paper presented at the International Homicide Investigators Association Symposium 1998; Zutphen, Netherlands.

Cohen, L.; Felson, M. Social change and crime rate trends: a routine activity approach. American
Socio-logical Review 1979; 44:588–608.

Douglas, J. E., Burgess, A. W., Burgess, A. G., & Ressler, R. K. Crime classification manual: A standard system for investigating and classifying violent crime. Simon and Schuster. New York.
1992.

Hanfland, K.A.; Keppel, R.D.; Weis, J.G. Case management for missing children and homicide investigation. Attorney General of Washington. Olympia. 1997.

Nethery, K. Non-familial abductions that end in homicide: An analysis of the distance patterns and disposal sites. Unpublished master’s thesis, Simon Fraser University. Burnaby, BC, Canada. 2004

James, E. Catching serial killers. International Forensic Services: Lansing, MI. 1991.

Jiménez, J. Manual práctico del Perfil Criminológico. Criminal Profiling. Lex Nova. Valladolid. 2011

Rossmo, D.K. Geographic profiling. Boca Ratón (Florida): CRC Press. Florida. 2000.

Salfati, C. G. The Nature of Expressiveness and Instrumentality in Homicide: Implications for Offender Profiling. Homicide Studies 2000; 4, 3, 265-293.

Snook, B., Cullen, R. M., Mokros, A., & Harbort, S. Serial murderer’s spatial decisions: Factors that influence crime location choice. Journal of Investigative Psychology and Offender Profiling 2005; 2, 147–164

(1) Para conocer las características y diferencias entre un perfil criminológico y un perfil geográfico, el lector puede consultar.

Jiménez, J. (2011). Manual práctico del Perfil Criminológico.Criminal Profiling. Lex Nova: Valladolid.

(2) Concepto anglosajón utilizado para referirse al Criminal Profiling o Perfil Criminológico.

(3) La violencia expresiva es aquella que va más allá de la estrictamente necesaria para vencer las resistencias de la víctima o lograr el objetivo del delito. En ocasiones la víctima tiene un carácter simbólico para el criminal.

Gac. int. cienc. forense ISSN 2174-9019
Número 2. Enero-marzo, 2012

Autor: Jorge Jiménez Serrano
Psicólogo criminalista de la International Academy for Investigative Psychology
Correspondencia: yordijs@hotmail.com

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