Autor del libro : Moisés Peñalver.
Editorial: Belacqua.
Rústica, 224 páginas.
No es la primera vez que la televisión ha ensalzado, popularizado y revelado los entresijos de un colectivo profesional a través de protagonistas que semanalmente ocupan un lugar en nuestras casas. Lou Grant lo fue del periodismo, Perry Mason del derecho y David Hassenlholf mostró la vida de los socorristas de playa.
A pesar de que la investigación policial ha sido la base de la mayoría de creaciones de ficción, en pocas ocasiones fue la denominada Policía Científica la protagonista, sino más bien la que en España denominaríamos Policía Judicial, en la que se engloban los departamentos de Homicidios, estupefacientes o crimen organizado. CSI (Crime Scene Investigation) ha propiciado que gran parte de la sociedad, como mínimo la que dedica algunas horas del día a ver la televisión, entre en un mundo policial nuevo.
Un entorno que pocas veces utiliza las pistolas y las esposas. Nunca emprenden una persecución a todas velocidad y en pocas ocasiones se lanzan a la caza y captura del delincuente con métodos violentos. Sus armas son la ciencia y eso, hasta ahora, parecía que no llegaba tanto a un público ávido de acción.
Un gran porcentaje de televidentes se preguntan semanalmente qué hay de ficción en CSI y qué de realidad. Este libro no tiene otra pretensión que intentar aclarar algunas de estas cuestiones a través de cómo se registraron y siguieron algunos casos policiales, en su mayoría delitos contra las personas, en nuestro país.
El lector apreciará a las pocas páginas que el sistema de funcionamiento del televisivo CSI y de los equipos de la Policía Científica o Criminalística de los diferentes cuerpos policiales de nuestras comunidades (Cuerpo Nacional de Policía, Guardia Civil, Mossos d’Esquadra o Ertzainza) no difieren uno del otro. Simplemente, la serie del famoso Gil Grissom comprime temporalmente la obtención de un ADN a varias horas cuando en realidad se necesitan dos días y como todos los instrumentos trabajan al 110 por cien de su capacidad. Pero, en esencia, los procedimientos reales y de ficción no se diferencian de gran manera.
Así, llegamos al segundo pensamiento típico: “en España, esto no se descubriría...” por aquella tendencia que siempre se ha tenido en nuestra tierra de considerar que lo de allende nuestras fronteras, y en la mayoría de los casos “lo americano”, se convierte por el mero hecho de ser “extranjero” en algo superior. Ha sido un año de entrevistas, de visitas a dependencias policiales, de hablar con familiares de víctimas, de acompañar a expertos en policía científica unido a la esencia y el aprendizaje de más de diez años de visita diaria a comisarías y juzgados lo que se refleja en estas páginas. Es evidente que atrae más una persecución automovilística con patrullas que un mes de estudio científico del plástico de un paquete de Ducados. Pero, las cosas están cambiando y se ha sabido aderezar magistralmente un análisis de sangre o una inspección ocular para seducir. Los cientos de millones de espectadores en todo el mundo de la serie CSI lo ponen de manifiesto cada día.
Existen tres intenciones en este libro. La primera es entretener a partir de casos reales ocurridos en España y explicados con lenguaje periodístico con pinceladas literarias. Por supuesto, las víctimas y verdugos llevan su nombre real, a excepción de las agresiones sexuales. Se adereza el relato con algunos esbozos sobre las experiencias humanas: cómo sienten algunos agentes de la Policía Científica en España.
Y, finalmente, se intenta explicar el procedimiento e historia de las técnicas policiales empleadas. Es evidente que esto se hace de una forma muy superficial y resumida, no tan sólo por el tópico de que el libro sería demasiado voluminoso, sino porque la mayoría de técnicas son pura ciencia y acabaría aburriendo hasta a los seguidores de Eduard Punset. Existe una moraleja final, un lema o si lo prefieren un resumen: los equipos de policía científica españoles no tienen nada que envidiar a CSI, ni al resto de policías científicas europeas.
No en vano, la Guardia Civil ha sido premiada en Europa por el número de casos aclarados por el IBIS de balística o, por poner un ejemplo, en dactiloscopia el español Oloriz fue un precursor de esa técnica. Por otra parte, los equipos de Anatomía Forense de la policía española suelen prestar sus conocimientos en identificación de cadáveres en catástrofes ocurridas en todos los lugares del mundo.
Para la realización de este libro se ha contado con la valiosísima participación de los equipos de balística y documentoscopia de la Guardia Civil en Barcelona, Mossos d’Esquadra en Barcelona y la Comisaría General de la Policía Científica del Cuerpo Nacional de Policía en Madrid. Y que también sirva de agradecimiento la colaboración prestada por el Canal temático AXN, propietario de los derechos de la serie CSI en España, a la redacción de la revista “Play Boy” y a los departamentos de prensa y relaciones públicas de los diferentes cuerpos policiales de nuestro país, especialmente a los Mossos d’Esquadra de Barcelona, por su desinteresada colaboración con la obra.
Asimismo para la realización de este libro se ha contado con la inestimable ayuda y apoyo de los periodistas Lali Cambra, Toni Orensanz, Xavier Ricou, Francesc Pla y Josep Maria Sanchón. La ingrata y audaz labor de tomar imágenes en los diferentes laboratorios policiales, tanto en Madrid como en Barcelona, corrió a cargo de la fotógrafa Tina Bagué.
En la obra se han omitido los nombres reales de los diferentes agentes policiales, a excepción de los directivos, a petición de los propios cuerpos de seguridad.
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