domingo, 13 de julio de 2008

ALCOHOL, DROGAS, TRÁFICO Y OTRAS CUESTIONES

José Cabrera Forneiro ,Psiquiatra y Especialista en Medicina Legal

Introducción

Cada fin de semana en general y cada periodo de vacaciones en particular nos desayunamos con cifras espantosas de fallecidos y heridos graves en las carreteras de España, y todos los informativos a coro anuncian el fracaso de tal o cual medida y la imposibilidad de frenar estas cifras mortuorias que dejan tras de sí los millones de desplazamientos por carretera. Y como ya anunciaba antaño un dictador como idea exculpatoria de sus propios crímenes: “la muerte de una persona es una tragedia pero la muerte de un millón es en realidad una estadística”, lo que viene a decir que al fin y al cabo la anestesia informativa puede con todo y con todos y los accidentes siguen, y presumiblemente seguirán.

¿ Cuáles son las razones, causas o motivos que expliquen los accidentes de tráfico?. Muchos y variados, y dependen en ocasiones del firme de las carreteras, otras veces del vehículo, pero no nos engañemos en la mayoría de las ocasiones el motivo básico es el propio conductor: distracciones, excesos, incumplimiento de normas, y cómo no ingesta de sustancias.

Y es en la ingesta de sustancias, llámense alcohol, drogas o incluso fármacos, donde con los datos en la mano podemos recabar la atención de las autoridades y los responsables de la gestión del tráfico rodado, y de paso poner encima de la mesa de todos nosotros las cifras para una profunda reflexión.

¿Cuántas veces no hemos escuchado de un familiar o un amigo? : yo el alcohol lo aguanto bien, o yo con unas copas apenas lo noto en el coche, o lo que es más grave: yo me tomo alguna copita para despejarme a la hora de coger el coche. Y así podríamos exponer unas cuantas frases que anuncian la poca autocrítica que tenemos al hablar de estos temas, la deficiente información y finalmente la razón por la que las campañas de prevención chocan una y otra vez con una población poco o nada concienciada.

Es pues la hora de hablar de cifras.

Los accidentes de tráfico en los laboratorios de toxicología

La única forma de tener datos objetivos y fiables de los que deducir cuantas, cuales y cómo son las sustancias químicas que aparecen en los accidentes de tráfico, es sin duda la recogida de las muestras en cada siniestro y el análisis directo de las sangres y/u orinas de los implicados fallecidos en dichos accidentes, ya que las personas que tras el accidente queda con vida al ingresar en el sistema público de salud se dispersa y su seguimiento médico forense a los efectos de los análisis es prácticamente inviable.

Y no es lo mismo el análisis en la persona que conducía el vehículo, que en los ocupantes o que en peatones atropellados a su vez por tal o cual medio de transporte, ni es lo mismo la temporada en la que se practiquen dichas pruebas ni si es o no día laborable. Todo es importante a la hora del análisis y su interpretación, y solo del estudio de estos datos se pueden sacar conclusiones irrebatibles a ciencia cierta.

En España no es sino a partir del año 2000 cuando fruto de unas decisiones administrativas del Ministerio de Justicia e Interior, no se empiezan a estudiar sistemáticamente las sangres y/u orinas de las personas fallecidas en accidentes de tráfico en todo el territorio, y esta labor, compleja, fatigosa y delicada ha implicado en estos últimos años a distintos estamentos de la Administración: Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Personal de los diferentes Juzgados, Médicos Forenses de las distintas demarcaciones y cómo no los propios Médicos Forenses y Técnicos Facultativos del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (organismo éste último dependiente desde hace más de 100 años del Ministerio de Justicia).

En este meticuloso estudio, en el que se han analizado desde el año 2000 al 2004 ambos incluidos 7221 conductores fallecidos, una cantidad difícil de tener en estudios en otros países no solo de Europa sino del mundo, y que ha representado alrededor del 35% del total de los fallecidos en accidentes de tráfico, se ha considerado siempre a los fallecidos en las primeras 24 horas del accidente (única condición para que los análisis sean fiables toxicológicamente hablando), y sus resultados son de aplicación general dada la aleatoriedad de las muestras recogidas.

Veamos pues en estas condiciones los resultados.

Alcohol y accidentes de tráfico

Desde que en el año 2000 el 36% de los conductores fallecidos analizados dieran positivo al alcohol, hasta que en el año 2004 (último de datos publicados) se obtuviera un 28,4%, han pasado cinco años, y la tendencia al descenso se ha mantenido, lenta pero inexorablemente, a pesar de lo cual más de la cuarta parte de los fallecidos conduciendo el vehículo dieron positivo al alcohol, algo en lo que hay que reflexionar.

Pero aun hay cosas más interesantes. Entre los conductores de coches y solo por poner el ejemplo de 2004, el 31,8% dieron cifras superiores al 0,5 g/l, bajando este nivel al 27% en conductores de motos y al 12,1% en conductores de camión, lo que denota un fuerte nivel de riesgo incluso en conducciones particularmente delicadas como es el caso de las motos y sujetas a severas normas como en la condición de conducción de camión.

Pero aun hay más, si estudiamos las asociaciones de alcohol con otras sustancias químicas, son las drogas las que ganan en porcentaje, llegando en el 2004 hasta el 5,80%, cifra ésta que viene incrementándose de año en año desde el 2000.

Podríamos pues afirmar sin temor a equivocarnos, que aproximadamente un tercio de los conductores fallecidos en un accidente de tráfico al año, han dado positivo al alcohol. Es una cifra demasiado alta como para pasarla por alto.

Drogas y accidentes de tráfico

El 4% de los fallecidos conduciendo el vehículo en el transcurso de los años estudiados dieron positivo a alguna droga ilícita, siendo los estimulantes (anfetaminas y

Cocaína) los más frecuentes, un 5,8 % concretamente en el año 2004, y quedando muy alejados ya los medicamentos (fundamentalmente psicofármacos: antidepresivos y/o ansiolíticos). También en el estudio comparativo desde el año 2000 hasta el 2004, el incremento lento pero regular en los positivos a drogas en los conductores fallecidos, da idea de que los mensajes no acaban de calar, y si bien los números totales son bajos, la incorporación de casos de positivo a drogas en los accidentes de tráfico suben siempre, Cuestión ésta que al igual que el alcohol, nos incita a pensar con cierto pesimismo contenido en lo cotidiano del uso de éstas sustancias, ya sea conduciendo o no.

Medicamentos y accidentes de tráfico

En un país como España, en el que se calcula entre tres y cuatro millones de personas las que están tomando algún psicofármaco, ya sea antidepresivo, ansiolíticos, antiepilépticos o neurolépticos, y donde el grupo farmacológico más vendido es precisamente éste, el de los psicofármacos, resulta yo diría que prodigioso que apenas hayan dado positivo a éstos medicamentos en conductores fallecidos un 1,60% de casos en el último año conocido, el 2004, de los cuales la mayoría son las conocidas benzodiacepinas (ansiolíticos) y apenas se han dado algún caso suelto de metadona, antiepilépticos y unos pocos antidepresivos.

Es más desde el año 2000 hasta el 2004 ésta cifra ha ido descendiendo, desde un 2,10% de positivos hasta el 1,60% ya mencionado, fruto ello de la concienciación general , la insistencia de los médicos prescriptores, y la indicación en los correspondientes prospectos de los medicamentos de la no utilización de vehículos bajo el efecto de éstos.

No parece pues que el problema toxicológico en los accidentes de tráfico tenga una relación muy intensa con los medicamentos, sino mas bien en lo dos primeros epígrafes, alcohol como fundamental y drogas como segundo ya muy lejos del primero.

Sexo, edades, secuencia temporal y otras cuestiones

No hay duda, los hombres no solo son los que más conducen comparativamente respecto a las mujeres, sino que son los que relativamente a éstas últimas más positivos de alcohol dan cuando están al volante.

Mientras entre los conductores varones fallecidos en accidentes de tráfico, más de un tercio de los mismos dieron positivo al alcohol (entre el 37% y el 30% aproximadamente), en las mujeres conductoras el porcentaje de positivos apenas llegó al 19%, señal inequívoca de que las mujeres están más concienciadas, cumplen mejor que sus homólogos varones con la normativa y son indudablemente menos agresivas y más conservadoras en estas cuestiones. Es más cuanto más altos son los intervalos de niveles de alcohol en la sangre de los conductores fallecidos, menos posibilidades de que sean mujeres las afectadas, por ser más explícitos, en aquellos casos máximos de dosis superiores a 2,5 g/l (una dosis de muy intensa ebriedad), dieron positivos en 2004 80 varones contra 2 mujeres, señal definitiva de que la relación con el alcohol y el tráfico sigue estando en la azotea de los hombres.

Respecto a las edades las más abundantes en positivo al alcohol son las comprendidas entre los 21 y 30 años de edad, reduciéndose mucho a partir de los 60 años de edad.

Y los accidentes siguen siendo más abundantes en días laborables que en los festivos, salvo en las salidas vacacionales y de puentes, con un detalle que conviene anotar y es el hecho de que los fallecidos varones de entre 21 y 30 años son más frecuentes en los fines de semana y días festivos que en el resto de las edades, triste tributo que la edad en que más se sale de fiesta y de “marcha” paga, y grupo al que habría que dirigir específicamente determinadas campañas hoy difusas.

Conclusiones y reflexiones

Sin duda el alcohol es el enemigo público número uno de los conductores en España y probablemente en el resto del mundo occidental, estimando una huida hacia delante y una “burla para la inteligencia” en nuestra opinión debatir el asunto en forma de cifras admisibles y no admisibles, y siendo la política de “nivel cero de alcohol” la única admisible tal y como están las cosas en el tráfico rodado.

Es necesario acabar con las “leyendas urbanas” según las cuales un “poco de alcohol en la conducción no es importante” o “cada cual aguanta una cantidad”. Las campañas de prevención no bastan, y los elementos disuasorios como el carné por puntos o las medidas coercitivas de tipo legal tampoco. El asunto tiene más calado aun, y solo tendrá una solución de carácter generacional.

No puede haber un Colegio que no tenga una asignatura de “educación vial”. No puede ser, que no existan apenas, sino unos pocos circuitos viales de práctica vial para niños a manera testimonial en todo el territorio del estado. No es concebible que un muchacho o muchacha salgan de la enseñanza obligatoria sin conocer los fundamentos de la circulación rodada. ¡No pueden ser tantas cosas que algunos nos hemos quedado afónicos y solo nos cabe escribir ¡

Por cortesía del Dr. José Cabrera



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